Salmo 130:5 (NBLA)
Los desafíos seguían llegando. Justo cuando pensaba que me estaba recuperando y volviendo a levantarme tras una adversidad, otra dificultad venía a estrellarse contra mí, poniéndome de rodillas.
- La inseguridad financiera.
- El estrés relacional.
- Las luchas de mis hijos.
- La incertidumbre profesional.
- La enfermedad.
No podía recobrar el aliento. No había lugar alguno donde pudiera acudir y encontrar paz, vida abundante o la provisión que creía que Dios me había prometido.
Estas luchas no son únicas, y la urgencia para darse por vencida cuando todo se siente abrumador es algo que todas experimentamos. Entonces, ¿qué hacemos cuando queremos rendirnos? Cuando estamos hasta el cuello y nuestras emociones están gritando: nunca vas a superar esto?
Personalmente, prefiero la vía más fácil. Desahogarme con una amiga por teléfono me ayuda por un momento. O intento el último truco de productividad que me ayuda a mantenerme a flote por un par de días. Podría incluso ser muy disciplinada y optar por un plan que ví en línea de “reinicio por 30 días”; lo cual, a veces, me da unas cuantas semanas de alivio temporal.
Pero honestamente ninguno de estos trucos trae cambios duraderos.
El único lugar donde he encontrado fortaleza y esperanza verdadera para superar los días más difíciles es en las promesas de nuestro Dios todopoderoso y omnisciente.
Quizá hoy estás enfrentando imposibilidades como yo, y quizá tus sentimientos te gritan que te des por vencida. Déjame recordarte lo que Dios promete en Su Palabra santa y perfecta. Él promete que Él…
- Te dará vida eterna en Cristo (Juan 5:24).
- Te amará por siempre (Salmo 136).
- Te hará más como Él mediante la obra del Espíritu Santo (Juan 14:26).
- Te dará paz (Filipenses 4:6-7).
- Hará que todas las cosas cooperen para el bien (Romanos 8:28).
- Y mucho más.
Esas son buenas promesas, pero quiero dar un paso atrás y ver algo que no es prometido. En todas las palabras de la Biblia, Dios no nos promete una vida fácil y cómoda en la tierra, y Él no promete darnos todo lo que queremos.
Lo que Él promete es darnos Su amor eterno y disponer todas las cosas para el bien. No es que todas las cosas siempre se sientan bien, pero siempre serán buenas… Hay una gran diferencia. Ser buena es ser como Cristo, demostrando el fruto del Espíritu. Sentirse bien va y viene; pero ser buena perdura para siempre.
Las dificultades que enfrento no han cambiado. Aún mientras escribo esto me encuentro tentada a darme por vencida. Pero el Salmo 130:5 me dice lo que tengo que hacer: “ Espero en el SEÑOR; en Él espera mi alma, Y en Su palabra tengo mi esperanza”.
Hoy, en lugar de simplemente desahogarme con una amiga o probar algún truco de productividad, elijo creer la Palabra de Dios en vez de creer mis sentimientos. Le permito usar la espera para hacerme buena, no sólo para hacerme sentir cómoda.
Señor, en mi espera, ayúdame a confiar más en Tu Palabra que en mis sentimientos. Hazme más como Tú, aún cuando sea difícil. Yo elijo poner mi esperanza en Ti hoy. En el Nombre de Jesús, Amén.
Fuente: proverbs31.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario