Dios sabe que nunca seremos perfectos, pero, aun así, nos ayuda cuando nos entregamos a Él por completo.
2 Corintios 7.8-10
Al desear ser más como Jesucristo, hacemos planes, oramos por ayuda y tratamos de cambiar nuestra conducta. Pero, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, a veces recaemos en viejos hábitos. Superar actitudes y comportamientos pecaminosos comienza con un arrepentimiento genuino, que incluye...
Convicción. El Espíritu Santo revelará nuestras áreas de pecado y nos convencerá de nuestras faltas. A través de la Biblia, Él nos mostrará el estándar de Dios y lo que debe cambiar.
Arrepentimiento. El siguiente paso es lamentar sinceramente nuestra iniquidad y confesarla al Señor. La verdadera tristeza nace al reconocer que hemos pecado contra Dios, y esa contrición nos lleva a una confesión humilde.
Compromiso. El arrepentimiento verdadero es dejar de corazón nuestros antiguos caminos y avanzar hacia la justicia. Dios no espera perfección, sino un corazón que busque obedecer.
Pablo usó un lenguaje fuerte al decirnos que nos alejemos de la iniquidad: “Hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal” (Col 3.5 NVI). ¿Qué pecado le cuesta vencer? ¿Se ha arrepentido de verdad, comprometiéndose a dejarlo? Permita que el Espíritu Santo le dé el poder para cambiar.
Fuente: encontactoglobal.org

No hay comentarios:
Publicar un comentario